MARRUECOS ES COMO UNA MUJER CON VELO

DESDE AFUERA NO PUEDES IMAGINAR LO HERMOSA QUE ES.

Volando a Marrakech siento que mi pulso se acelera, no veo la hora de llegar a Djemaa el Fna, esta plaza conquisto mi corazón hace 7 años y como un primer amor, es una sensación inolvidable. No por nada, esa plaza fue declarada Patrimonio Oral de la Humanidad.
Quiero sentarme allí, en un café con vista a la Mesquita de Koutoubia para tomar lo que se conoce como Whisky Berebere, o sea el famoso te de menta marroquí.
Solo pienso en llegar antes del atardecer, para verla en plenitud, cuando el humo de los puestos de comidas comienza a dominar la plaza. El continuo bombardeo de olores, colores y sonidos embriagadores te hacen sentir en la época Medieval. Sobretodo al ver carruajes, bicicletas y carros tirados por mulas que transportan todo tipo de mercadería.
Los turistas se abarrotan en las terrazas de los cafés tratando de cautivar con sus cámaras este momento, pero es una tarea imposible, lo intenté numerosas veces y ni siquiera llegué a reflejar la mitad de lo que se ve y vive dentro de ella.
Lo mejor es bajar corriendo las escaleras del café y mezclarse con las gentes de esta mítica plaza. Donde, junto a los puestos de frutas y jugos, encontramos acróbatas, magos, músicos, peluqueros, dentistas sacamuelas, monos, serpientes, vendedores de agua, boxeadores, faquires, adivinas tirando las cartas y mujeres tapadas por velos a las que apenas se les puede ver sus ojos. Pero no todas las cosas son lindas, me llevé una desagradable sorpresa, los muy peludos pies de una marroquí cuando ella are tatuada con henna. También se escuchan tambores, panderetas, cómicos y charlatanes de todo tipo, que junto a las flautas de los encantadores de serpientes y cantos varios, se mezclan con los llamados a rezar provenientes de las mezquitas.
Mientras escribía estas líneas, en pleno vuelo, sentía un cosquilleo en mis piernas, era adrenalina, no veía la hora de estar en esa plaza nuevamente. Que para mi es sin lugar a dudas, la mejor plaza de Africa.

 

Javier Remon

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